Mi vida es una búsqueda constante de afecto. Una búsqueda permanente de alguien que me pregunte como estoy o con cuantas ganas de pegarme un tiro me levante. Lo cual es bastante contradictorio dado que, en mi caso, se trata de una persona que no se quiere (o se ama si se levanta liviana y se odia cuando es cerdo asqueroso). Estoy llena de contradicciones y de modos de actuar que carecen totalmente de lógica alguna.
El tocarme la grasa es algo que me mata, no soporto hacerme tanto daño llenando mi cuerpo de basura, muchas veces el mirarme al espejo es doloroso, sobre todo cuando el espejo no te devuelve lo que querès ver, y sabès que tampoco te esforzaste lo que debías. Cuando sabès que podès ser mejor y no lo sos, te sentís desperdiciada.
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